Pero la realidad, ¿de qué está hecha? De circunstancias, a través de las cuales se nos despierta, y que son el modo concreto para que no decaigamos, para que no sucumbamos a la nada, y nos sintamos preferidos.







jueves, 11 de junio de 2015

CON LA IGLESIA HABÉIS TOPADO




Así amanecían las fachadas de San Cecilio, parroquia situada en el barrio del Realejo de Granada. No podemos pasar de largo un hecho así sin hacer un juicio de lo que esta realidad nos grita.

En primer lugar, el hombre necesita una mirada de reconocimiento, de sentirse importante, mirado, y este hecho en la parroquia de San cecilio es el grito más sincero, más natural, más humano, de un individuo que, como el niño que llora para que lo miren sus padres, necesita hacer saber que ahí está, que es valioso, que existe, que sus problemas y sus preocupaciones son importantes, que tienen que ver con él, con lo que pasa en su corazón, que hay cosas que le duelen y no entiende. Estas pintadas son el signo más evidente de que el corazón del hombre existe.

En segundo lugar, en esta condición de necesidad que el hombre vive de ser mirado, hay una raíz más profunda, la de ser querido. No hay aspiración más profunda, más verdadera y humana que la de ser querido y mirado, de ser abrazado. Frecuentemente el hombre vive como un mendigo de amor: un mendigo de puntos académicos, de puestos en la administración, de votos en la política, de besos en una noche, de 'me gusta' en las redes sociales, de decibelios en las manifestaciones, de miradas en la calle... Y esta necesidad de un abrazo que acoja se hace más grande cuando cargamos con un sufrimiento en nuestros brazos. Cuando nos urgen otros brazos en los que reposar nuestro dolor. ¿Por qué estas pintadas no están en la sede de ningún partido político? ¿Por qué no están en la fachada de un órgano de gobierno? ¿Por qué no están en la puerta de una mezquita? Porque estas pintadas, inconscientemente, están en el mejor lugar donde podrían estar. Estas pintadas son el signo más evidente, también, de que ese corazón que existe, en cualquier hombre, además está bien hecho.

¡¿Pero como va a estar bien hecho un acto atroz así?!, se echarán muchos las manos a la cabeza. El corazón del hombre está bien hecho, porque quizá sin saberlo, ha elegido que estas pintadas estén en el único lugar en que no iban a encontrar una respuesta de rencor, de devolver, de 'me las pagarás', de 'ojo por ojo'. "Os beberéis la sangre de nuestros abortos", estas pintadas están en el único lugar donde no se les devolvería esa sangre, sino que se abrazaría, sin preocuparse de si puedes mancharte o no en el abrazo. Un abrazo de perdón, sin medida, sin pudor, sin cálculo. El mismo abrazo, que un día recibimos cada uno de nosotros, y del que hacemos experiencia, a pesar y a través de nuestras pequeñeces y nuestras debilidades, cada día.

Con la Iglesia habéis topado, y mejor lugar no habríais encontrado. Bienvenidos, estáis en casa.



"La Iglesia se parece a un hospital de campaña: tanta gente herida, tanta gente herida… que nos piden aquello que pedían a Jesús: cercanía, proximidad." 
Papa Francisco (19 de Septiembre de 2014)


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