Pero la realidad, ¿de qué está hecha? De circunstancias, a través de las cuales se nos despierta, y que son el modo concreto para que no decaigamos, para que no sucumbamos a la nada, y nos sintamos preferidos.







jueves, 25 de diciembre de 2014

¡FELIZ NAVIDAD!


Esto no es un deseo para tu vida, es una invitación a vivirla, y es para ti, para ti, ¡y para ti también!



¿Por qué esperamos en la vida, si nadie nos ha prometido nada? Porque estamos vivos.   

La Navidad es el desafío de un Dios que no quiere respondernos de forma ridícula respecto a las dimensiones de todas las circunstancias que vivimos.   

Por eso, elige afrontar todo lo que nos pasa cada día, siendo sutil, habitando nuestra misma piel, para encontrarnos desde la mirada de un niño, que nos despierta a no conformarnos con esperar ‘esto’ o ‘aquello’ en la vida y acabar frustrados cuando no llega como imaginamos; sino a mirar la realidad con el asombro del niño que lo espera ‘todo’, y lo acoge con los ojos como platos en la sorpresa de que toda circunstancia, toda persona, todo lo que me pasa, es para mi, tiene que ver conmigo.   

Entonces, cada momento del presente, se    convierte en un inesperado regalo, que nos hace sabernos amados, y así, podemos esperar y amar ‘todo’, hasta lo que no entendemos, hasta un humilde pesebre, que acabó con nuestra espera.

Te abrazo, Antonio Guzmán

martes, 23 de diciembre de 2014

SI NO ES AHORA, ¿CUÁNDO?


Luces, espumillón, música, celofán, lazos... Es la señalización vertical que nos encontramos circulando por la vida en estos días. A veces, sin que sepamos qué nos dice, o pensando que no tiene que ver con nosotros. También en el emisor, podemos encontrar esta negación, en el propio sentido de lo que propone con sus adornos, o proponiendo otras decoraciones que nieguen lo que estas fechas celebran. Pero amigos, por más que que cubramos una vela con una urna de arcilla, un cristal de color, cilindros de papel, o un mosaico de vidrio, que cambien la forma, la intensidad, o el color de la luz, la vela, sseguirá siendo vela, y el fuego, luz. Dejemos de negar, de luchar, de lastimarnos por la pérdida de sentido, y cultivemos el asombro ante la auténtica fiesta que hay en la calle, que, adaptada a los tiempos, a las exigencias, a las necesidades, a los gustos y modos de celebrar de cada contexto, sigue siendo un grito de que hay algo grande que celebrar, lo sepan o no.

Sí, y es que el origen de toda esta luz, no deja de arder por el simple hecho de que haya o no conciencia de ello. La Navidad está viva, ¿está?, ¡está!, si abres los ojos. No, no vengo hoy a preguntarte ¿cómo preparas este año el pesebre de tu corazón para que llegue Jesús?, porque estaríamos perdiendo el tiempo a estas alturas. Llegaría el 24 de Diciembre y... nada; el 25 por la mañana y... ¡vaya!, nada; amaneces el 26 de Diciembre y... ¡eh, que se me ha pasado la Navidad!. Claro, porque se nos ha olvidado, que esta fiesta, está viva. Jesús nació hace 2014 años, no es ni su cumpleaños, ni un recordatorio anual de su venida al mundo, olvidemos estas ideas que huelen a carcoma y merecen criar polvo. No podemos ofrecer al mundo las migajas de un festival temporal, ni tampoco, nosotros sabemos conformarnos ya con eso, porque no, porque sabemos que después solo nos queda el silencio, los platos sucios, el olor a horno por toda la casa y el papel de regalo roto bajo el árbol, un año más, hasta el siguiente. Y es que nadie puede contentarse con esto, porque estamos hechos con un anhelo de plenitud, de cosas que duren, que no nos introduzcan en el cansancio de tener que gastar, que consumir, que echar de menos y volver a esperar con nostalgia, una y otra vez, "un año más, hasta el siguiente". Si mi cristianismo tiene que reducirse a estas fechas, yo no lo quiero, ni me atrevo a ofrecérselo a nadie, pues ¿quién quiere algo tan de usar y tirar?.

Es por esto, que yo creo, que la Navidad está viva, y que no es solo un recuerdo. Dejemos de mullir la paja y esperar en el pesebre al que ya está vivo, entre nosotros, en cada familiar que enciende calor de hogar allá donde estemos; en cada hermano que sin ser de sangre y sin elegirlo, nos acompaña en la vida con todo lo que somos; en cada amigo de la calle que en su necesidad acoge nuestras pobrezas; en cada persona que nos cruzamos y en su mirada nos habla de su carencia de ser amado aún teniendo tanto; en cada abrazo dado, recibido, o robado; en cada éxito, en cada golpe, en lo que levanta la vida y en lo que parece acabar con ella, pero nunca puede con el hilo de la esperanza, de esa espera, incondicionalmente humana, no de que 'esto', o 'aquello' llegue, sino 'todo'. Y es este Dios vivo, que vino hace 2014 años, y que prometió quedarse con nosotros todos los días, hasta el final, el que nos ofrece su mirada y su compañía en cada circunstancia, para despertarnos, mantenernos en la tensión de saber que podemos esperarlo todo de esta vida, que no tenemos que despreciar nada de lo que nos pasa, ni siquiera eso que ahora no entendemos o que nos generar dolor o impotencia, porque también por eso nació y en eso eligió quedarse con nosotros, acompañándonos en esta compleja historia de la vida, a través y a pesar de la cual, nos elige para una única misión, vivir en la Alegría, que nace de la certeza de esta compañía que sorprendemos en 'todo' lo que nos sucede y nos permite amar ese 'todo'; y ser provocación, luz, desde esta Alegría, que hace deseable ese fuego para otros, encendido hace 2014 años, para todos.

Claro, con este horizonte, ¿quién quiere celebrar un triste cumpleaños, o un mero recordatorio, pudiendo celebrar la memoria viva de un acontecimiento, que podemos contemplar en un pesebre y que se actualiza en mi cotidiano, cada día? Estas fiestas entonces son, para la vida, como la sonrisa para el rostro. La Navidad es el gesto de esa sonrisa en la cara, que trae a uno mismo, y a todos los que se cruzan, la memoria de la Alegría viva que arde dentro, y no es recuerdo, porque es presente, cada día.

Quizá, esta Navidad, sea la oportunidad para hacernos conscientes, de que la mayor periferia, el lugar más pobre y necesitado, somos cada uno de nosotros, en ese cotidiano, en el que no nos creemos, que somos elegidos, amados, preferidos, y que podemos vivir en la Alegría de esto. Atrevámonos pues, a dejar por un momento el pesebre, y a acercarnos a nosotros mismos, al verdadero acontecimiento de cada día, a vivir y esperar con intensidad 'todo' de nuestra realidad, y no lo hagamos mañana, no nos perdamos la vida de hoy, las horas que te quedan mientras aún estás leyendo esto, hazlo ¡ya!, desde ahora mismo, porque si no es ahora, ¿cuándo?.



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