La confianza es algo confuso, pues aunque parece simple, resulta evasiva al intentar aferrarla. Piensa en la forma en que tu cuerpo yace en una superficie, algo nuevo y desconocido para ti. Tus músculos permanecen tensos, anticipando cualquier imprevisto; y en constante conciencia de la superficie, con el tiempo y la familiaridad, podrás relajarte. Para muchos, la tensión inicial se mantiene para siempre. Gastamos nuestra energía observando y calculando, tratando de predecir, leyendo las señales de la gente, listos para que cualquier mirada cambie, atentos a que un gesto falte, midiendo la fuerza de un abrazo, preparándonos para ser decepcionados. Tanta energía gastada...
Hablamos de la confianza como algo que se construye, como si fuera una estructura, pero en esa estructura hay algo de dejarse llevar. Y lo que eso nos permite es un lujo, nos permite dejar de pensar, dejar de preocuparnos de si alguien nos va a dejar caer, dejar de buscar inconsistencias, dejar de pensar cómo la gente actúa cuando no estamos presentes, y esto nos permite relajar una parte de nuestra mente, para que podamos concentrarnos en lo que tenemos al frente. Y por eso es una tragedia cuando se rompe. Una traición puede hacer pensar en todas las traiciones que te esperan, en cosas que no has pensado de la gente en la que confías, y puedes sentir como aumenta la tensión, y en los peores casos, puedes decidir no confiar en nadie. Pero eso, realmente, no funciona.
Confiar es tu relación con lo desconocido, con lo que no puedes controlar. No puedes controlar todo. Y necesitas saber que no todo está en tus manos, para poder confiar. Y no es todo o nada, es un práctica lenta de aprender sobre el mundo. Y vale la pena, elegir seguir estando. Y no es fácil. Imagino la confianza como esa mano invisible que alzamos al mundo buscando alguien a quien agarrar mientras caminamos hacia lo incierto. Todo tiene un comienzo y después, elegir si caminar la vida en confianza a ciegas -que no ceguera confiada-, dando tiempo; o bien sentarte y ver como viven y mueren, en vida, las personas, por el miedo a dejarse abrazar, con todo lo que eres, a pesar de todo lo que fuiste y a través de todo lo que serás.
¿Confías? Confío.