Pero la realidad, ¿de qué está hecha? De circunstancias, a través de las cuales se nos despierta, y que son el modo concreto para que no decaigamos, para que no sucumbamos a la nada, y nos sintamos preferidos.







sábado, 26 de marzo de 2016

AGUARDA UN POCO MÁS


«José de Arimatea, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en sepulcro nuevo que había excavado en la roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María la Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.» (Mt 27, 59-61)
La nostalgia debió encoger a las mujeres y los discípulos cuando la losa dejó de rodar. No podían olvidar la experiencia de haber seido mirados como Aquel hombre lo había hecho, de ser queridos con todo lo que eran y a pesar de lo que eran. Y es que ¿acaso puedes tú apagar en tu vida esa deseo de alegría en el sufrimiento, de un moralismo que no encajone, de una mirada más cargada de atención que de juicio, de una compañía que excuse más que condene, de un corazón más humano que cuadriculado, de una presencia que no te cuestione sino que camine a tu lado?
El mundo nos invita a resignarnos ante la losa, a conformarnos con una palmadita en la espalda, “ya se te pasará”, “no le des más importancia”, “es así porque sí”, “eso no es cosa tuya”, creyendo que podemos engañar a nuestro corazón. Sin embargo, éste no deja de revelarse, de embestir contra lo que no lo llena de verdad: “nos hiciste Señor para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que repose en ti”.
Sí, tu corazón está bien hecho cuando sigue exigiendo, no te escandalices más de lo que tu corazón desea. No te escandalices más por añorar, detrás de todas las pretensiones en tu vida, en el fondo, a tu Señor. No te vayas del sepulcro avergonzado, impotente. 
Aguarda un poco más delante de esa losa que te sepulta, que no entiendes, que parece que no es para ti, que parece definitiva. Aguarda, fiel a la nostalgia de Una mirada que te haga sentir amado, predilecto, justo ahí, bajo el peso de la incomprensión de esa losa. Aguarda, porque nada tiene la última palabra en tu vida. Aguarda, porque el alba ya empieza a clarear, y hoy pueden hacerse nuevas todas las cosas.

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