Una mirada a la cruz siempre es una mirada a nuestra vida.
A lo que nos sucede y no comprendemos, a la tristeza que nos agarra el pecho cuando volvemos a la cama, a la enfermedad que aparece sin avisar, a los muros de silencio que separan ese abrazo con esa persona, al sinsentido de lo que haces cada día para seguir adelante, a la nostalgia de algo más en la vida.
Pero no estamos huérfanos en la vida. Antes de que muriésemos en nuestras cruces, Otro tomó la iniciativa de abrazarla, hasta el extremo, por nosotros.
Por esto hoy podemos abrazar nuestras cruces, con esperanza. Porque Dios la ha abrazado antes. Porque Dios es amor. Y el amor nos "primerea" siempre, no actúa por gratitud, ni por interés, ni por confianza ganada, incluso ni siquiera por méritos.
El amor es amor porque nos toma, siempre, la delantera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario